Artículo de gran ayuda para «recientes cuidadores», que queremos compartir desde “Jardines de San Marcos” Residencia de Mayores en Tenerife – Tegueste, en el que relata en base a las emociones que podemos hacer ante la llegada de esta terrible enfermedad que es el Alzheimer.
Aparece un intruso llamado «Alzheimer» que se ha instalado en mi hogar
Todas las personas pasamos en algún momento de nuestra vida por situaciones que nos pueden resultar difíciles de afrontar.
Te levantas una mañana, y aunque tu “bendita rutina” pueda ser en ocasiones aburrida, inesperada e insuficiente, todo parece estar bajo control. Sin embargo, un día nada es como antes, aparece un “intruso ”llamado Alzheimer, que se ha instalado en casa.
Impotencia, resentimiento, culpa, vergüenza, soledad, negación, vulnerabilidad, inseguridad, sin sentido e injusticia, son palabras que empiezan a formar parte de nuestra vida y que marcan un antes y un después.
Las demencias en general y la enfermedad de Alzheimer en particular son un problema socio sanitario que suele sobrepasar a las familias que lo sufren. Hacerse cargo del cuidado de una persona con demencia es adjudicarse una significativa sobrecarga física y mental. Supone un acontecimiento estresante que puede alterar nuestra percepción, nuestra emoción, provocando cambios que nos superan, generando malestar y sufrimiento.
Al principio y especialmente, los cónyuges no querrán creer que su familiar está enfermo, que tiene dificultades y que necesita atención especializada. Pueden sentirse solos, con falta de apoyo y preguntarse a menudo “por qué a mí, por qué a él”. A veces puede avergonzarse por el comportamiento su familiar,
cuando en ocasiones tiende a desnudarse, comer compulsivamente o querer irse a casa con su madre. Aunque invierten tiempo en él y lo quieren, al mismo tiempo lo odian, generando sentimientos de mucha culpa muy presentes también, en los momentos en los que hay que tomar decisiones espinosas como un posible ingreso en una residencia o incapacitarlo en un juzgado.
Frente a esta situación se produce tensión y ésta genera cambios que deben adoptarse si no queremos que la situación de crisis se cronifique. Es necesaria la reasignación de papeles y obligaciones, identificar y movilizar los recursos, con el objetivo de evitar un estado generalizado de desgaste físico y emocional en el cuidador como consecuencia de la sobrecarga de atender a un enfermo.
Es primordial conocer y comprender por lo que está pasando el cuidador
Cansancio físico y emocional, problemas de sueño, aislamiento social, consumo excesivo de tabaco, alcohol o medicamentos, malestar físico, problemas de memoria y de concentración, pérdida de interés por actividades placenteras, pérdida o aumento del apetito, enfados y cambios de humor, son algunas señales de alarma que nos advierten del desgaste del cuidador.
Sabemos y entendemos que la enfermedad del alzheimer es un problema sociosanitario de primer orden y pese a su prevalencia, no cuenta con la suficiente infraestructura y apoyo socioeconómico que debiera. El envejecimiento poblacional, la incorporación de la mujer al ámbito laboral, entre otros factores, hace que el cuidado informal (la propia familia) sea la principal fuente de ayuda de las personas mayores dependientes.
Es primordial conocer y comprender por lo que está pasando el cuidador y así entender la intensidad de su angustia ante los cambios que sufre su vida diaria. Enfadarnos con la situación no ayuda mucho, aceptarla y concienciar a toda la familia, sin embargo, puede ayudar a adoptar pautas beneficiosas que eviten esta sobrecarga. Hay que entender que el cuidador se siente emocionalmente sensible y que las críticas no ayudan, mejor cambiarlas pos sugerencias y organizarnos para que entre todos proporcionemos tiempo o momentos para que el cuidador se cuide.
Es necesario que los distintos agentes económicos y sociales se impliquen en el diseño de planes de atención concretos para los enfermos de Alzheimer (y otras demencias), y también en destinar recursos y realizar proyectos para aliviar las necesidades de los pacientes y de sus cuidadores. Mientras esta realidad no cambie, lo cierto es que el familiar cuidador principal es una persona no cualificada y con limitaciones (de medios y de fuerzas) que desea cuidar del mejor modo posible, pero que conforme avanza la enfermedad, va sufriendo un constante estrés que lo debilita.
Los mayores son un problema de todos, y nos debemos olvidar que si todo marcha bien, en algún momento de nuestra vida, nosotros también seremos mayores.
El consejo psicológico especializado puede ser de enorme utilidad de cara al cuidador, proporcionándole herramientas de manejo y control de las emociones y el necesario apoyo y consejo profesional para evitar el desgaste y el síndrome de cuidador quemado, que afectaría a su salud física y mental y, como “efecto secundario”, afectaría a la persona a la que quiere ayudar.
Fuente: Centro Neurologico Antonio Alayón