La soledad no deseada de nuestros mayores. Hace unos días leíamos un titular en la prensa canaria que nos informaba que unas 190.000 personas mayores viven en Canarias en una soledad no deseada.

La soledad no desea de nuestros mayores es un grave problema social

Alrededor de 200.000 personas mayores viven en una soledad no deseada. De esas personas 80.000 son mayores de 65 años de edad. De esto último dato, aproximadamente 45.000 son mujeres. No cabe duda que las administraciones deben tomar cartas en el asunto. Pero creemos que la solución a esta difícil situación debe comenzar por nosotros, por los ciudadanos de a pie.

Asimismo, los efectos de este grave problema en la salud de nuestros seres queridos mayores son diversos. Los más significativos es su afección a la salud mental. Está relacionada directamente con la depresión. Pero también está relacionada con el insomnio, la ansiedad y con el alcoholismo. Asimismo, existe riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Esto es por la disminución de las relaciones sociales.

La soledad no deseada en nuestro mayores puede desembocar en enfermedades mentales o físicas

Respecto a su salud física, tienen mayor riesgo de padecer diabetes y enfermedades cardiovasculares. También existe riesgo de aumento de padecer artrosis al aislarse y no salir. Y sobra decir que aumenta el riesgo de accidentes domésticos al estar solos y no poder ser atendidos inmediatamente.

No obstante, sabemos que el modelo familiar actual va dirigido hacia la individualidad. El modelo de familias en la que convivan padres, hijos y nietos está prácticamente extinguido. Las razones son diversas y no se puede ni se debe culpar a nadie. Pero la realidad es que nuestros mayores se sienten solos.

  • Debemos poner un poco de nuestra parte y dedicarles tiempo. Mucho o poco, lo que podamos. Pero ese tiempo tiene que ser de calidad. Compartir momentos con los hijos y nietos les animará y les dará ilusión para seguir adelante
  • Salir a pasear, tomar un café, sorprenderlos con una merienda en casa, etc.
  • Animarlos a que realicen alguna actividad social: cursos de cocina, talleres de costura, asistir a un club de mayores, clases de baile, etc.
  • Buscar grupos de amistad: en clubes, redes sociales, etc.
  • Realizar a diario alguna actividad física
  • Acompañarlos a sus revisiones médicas, en la medida de lo posible
  • Organizar reuniones familiares donde puedan contar sus experiencias de vida a nietos, sobrinos, hijos, etc.
  • Realizar a algún curso de formación. Recuerda que nunca es tarde para aprender

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